Nivel de eficiencia energética G: ¿qué implica y cuándo resulta ventajoso?
Clase de energía G: significado y ventajas
Adquirir una vivienda con clasificación energética G puede parecer desfavorable inicialmente, pero con una planificación detallada y una inversión específica, puede ofrecer oportunidades interesantes. Un costo inicial más bajo brinda la posibilidad de invertir en las renovaciones necesarias que no solo mejoran la calidad de vida, sino que también aumentan el valor de la propiedad con el tiempo. Antes de comprar, es fundamental considerar todas las variables, incluidos los futuros gastos energéticos y posibles incentivos gubernamentales para la eficiencia energética.
¿Es conveniente adquirir una vivienda con clase energética G?
Comprar una casa con calificación energética G puede no resultar atractivo a primera vista, sin embargo, existen diversos factores que pueden influir en esta decisión. La clase G es la más baja en la escala de eficiencia energética, a diferencia de la clase A, que es más eficiente, lo que indica un alto consumo de energía para calefacción, refrigeración y otras necesidades.
Dependiendo de las circunstancias personales y las intenciones de inversión, esta elección puede tener sus beneficios. Por ejemplo, se puede beneficiar del bono de renovación previsto para 2024.
Clase energética G: ¿cuál es su costo?
El precio de compra de una propiedad con clasificación energética G suele ser inferior en comparación con aquellas con una mejor clasificación. Esta diferencia de precio puede ser significativa y atraer a compradores con un presupuesto ajustado o a inversores interesados en reformas.
Es necesario tener en cuenta que los costos operativos de una casa con calificación G serán más elevados debido a facturas de energía más altas. Por lo tanto, aunque el costo inicial de adquisición sea menor, con el tiempo los gastos operativos pueden contrarrestar esos ahorros.
¿Cuánto cuesta en comparación con la clase energética A?
Una casa con clase energética G tiene una calificación global de eficiencia energética igual o superior a 3,50 EP. En términos prácticos, esto implica un consumo de más de 160 kWh por metro cuadrado al año para calefacción, refrigeración, ventilación y agua caliente. Este consumo es casi 10 veces mayor en comparación con las casas de clase A, donde varía de 15 a 30 kWh por metro cuadrado.
El costo por kWh no es fijo y depende de varios factores, como la hora del día y el proveedor de energía. Suponiendo un costo de 0,277 euros/kWh a tarifa fija, el gasto anual para una casa con clase G sería de 4709 euros, mientras que para una casa con clase A sería de 692,5 euros, lo que representa una diferencia de 4016,5 euros. Esta brecha se ha ampliado debido al aumento de los precios de la energía, principalmente por el costo del gas.
Clase energética G: definición
La clase energética G representa el nivel más bajo de eficiencia energética, lo que significa que el edificio consume 3,5 veces más energía que una casa de clase A. En la práctica, esto puede traducirse en problemas como aislamiento deficiente, sistemas de calefacción y refrigeración obsoletos, ventanas y puertas poco eficientes y una estructura que pierde calor fácilmente. Residir en una vivienda de clase G implica facturas energéticas más elevadas y menor comodidad, especialmente en épocas de frío o calor extremo.
En la mayoría de los casos, la asignación de la clase energética G está asociada con el año de construcción del edificio. Por lo general, las viviendas con clasificación G son construcciones más antiguas, erigidas antes de que las normativas de eficiencia energética fueran más estrictas. Estas propiedades suelen haber sido edificadas antes de la década de los 80. Aunque los edificios más antiguos pueden poseer encanto histórico o arquitectónico, requieren más mantenimiento y mejoras para potenciar la eficiencia energética y la habitabilidad.
Mejorar la clasificación energética G de una vivienda implica invertir en renovaciones específicas, con beneficios a largo plazo significativos en términos de ahorro energético y aumento del valor del inmueble. Además, estas renovaciones pueden ser respaldadas con incentivos fiscales como los bonos ecológicos.
Uno de los primeros pasos para mejorar la eficiencia energética es el aislamiento.
Esto incluye aislar paredes, techos y suelos para reducir la pérdida de calor en invierno y mantener la frescura en verano. Las ventanas y puertas antiguas suelen ser ineficientes energéticamente. Reemplazarlas por ventanas de doble o triple acristalamiento puede disminuir considerablemente la pérdida de calor.
La instalación de calderas de condensación, bombas de calor o sistemas de calefacción por suelo radiante puede mejorar la eficiencia energética. Los aires acondicionados modernos también pueden contribuir a reducir el consumo de energía. Especialmente, la instalación de paneles solares fotovoltaicos o térmicos puede proporcionar energía renovable al hogar, reduciendo la dependencia de fuentes tradicionales y las facturas energéticas. La incorporación de sistemas de ventilación mecánica controlada (VMC) puede mejorar la calidad del aire interior y mantener un ambiente confortable sin desperdiciar energía.
Por último, el uso de tecnología inteligente para controlar la calefacción, iluminación y electrodomésticos puede optimizar el consumo de energía y mejorar la eficiencia energética en general.